11 abr 2014

Emociones Racionales: Disminuir lo malo, aumentar lo bueno.

Publicado por la revista Business Venezuela (versión digital)
Edición 338

Existe un total acuerdo en que los marcos de referencia actuales no son deseables para el bienestar individual, familiar o social actual. Alguien podría decir que las emociones están revueltas.
No obstante, no son todas las emociones las que están de esa forma. Son las negativas y en especial, la rabia y el miedo, las que presentan este comportamiento.

Las emociones negativas justifican su existencia por estar destinadas a resolver situaciones de supervivencia. Las mismas reducen la cantidad de
respuestas que estamos en capacidad de emitir ya que su único objetivo es protegernos de las amenazas del entorno. La respuesta agresiva instantánea, el no reconocimiento o negación de la existencia de realidades diferentes o la apatía o abulia ante los grandes retos que se nos presentan son demostración de ello. Al estar centrados en esta emocionalidad, nuestro procesamiento de información parte desde este punto, desde lo negativo.

¿Usted podría pensar que de negativo puede tener si el miedo o la rabia le permite salir de una situación de peligro o amenaza?

El punto está en que en muchas ocasiones, nos inhabilitan, además de producir una química particular, cuyo exceso es uno de los responsables de la depresión de nuestro sistema inmune. En contraparte, la emocionalidad positiva contribuye a una respuesta más eficiente ante las patologías. Facilitan el desarrollo, crecimiento y conexión social y adaptación positiva a la adversidad generando respuestas superiores en número y diversidad. Dicho de otra manera, no es posible tomar decisiones creativas y de alta calidad sin generar una emocionalidad positiva.

La invitación es, no obviando las amenazas del entorno, a trabajar en nuestra salud enfocados en crear un presente y un futuro pleno de bienestar. Me permito tropicalizar algunos de los aspectos reseñados por Barbara Fredrickson en su libro “Vida Positiva”, para disminuir la emocionalidad negativa y aumentar las emociones positivas.

La autora propone dos vías importantes para aumentarlas, disminuir o reducir “lo malo” y promover y aumentar “lo bueno” o lo positivo. Todo centrado en la necesidad de poner en práctica nuestra voluntad en el “hacer” y no esperando que las cosas sucedan.

Sugiere para disminuir el espacio de lo negativo (entre otras cosas), administrar el consumo de medios de información. Una cosa es estar informado y otra muy distinta estar saturado 24 horas de la misma. Estoy seguro que usted se ha percatado que tanto en redes sociales como medios dedicados a transmitir información, repiten una y otra vez sus contenidos. La primera vez tal vez le permite estar enterado y tomar las decisiones a que diera lugar. El resto le sobresatura sin ninguna utilidad.

Evitar y controlar la “rumia” mental, es decir la repetición permanente de aquellos pensamientos que nos atemorizan o contribuyen con nuestra ira. Asimismo Fredrickson propone desactivar las “minas de la negatividad” o aquellos caminos simbólicos que nos llevarán sin lugar a dudas a una confrontación innecesaria. Todos sabemos, en nuestra interacción con nuestros vecinos, compañeros de trabajo o familia de aquellos temas que van a disparar algún conflicto que carece de sentido activar. El conflicto debe ser dirimido cuando las partes requieren tomar decisiones que satisfagan a las partes y no por el conflicto en si.

Por otra parte, para el aumento de nuestra emocionalidad positiva se hace referencia (en primer lugar) al agradecer de lo que tenemos y que otros han contribuido en ello. El llenar nuestros pensamientos de agradecimiento nos quita espacio para meditar de lo que carecemos.
Otra técnica es el “saboreo”, símil gastronómico  que consiste  en “degustar” tanto los eventos positivos del pasado, los vividos en el ahora y… ¿Por qué no?, aquellos momentos que visualizamos en un futuro. Entendiendo que el futuro no existe, si nuestras creencias se centran en un futuro que podremos saborear con beneplácito, difícilmente las cosas resultarán diferentes. 

Y no significa esto que estamos en capacidad de controlar el porvenir. Refiere a que nuestras creencias orientarán acciones para la búsqueda de dicho futuro.
La conexión con el otro es importante a partir de la generosidad y la amabilidad, generando y construyendo la confianza mutua y sobre todo, el estar dispuesto a la apertura de nuestros recursos cognitivos y emocionales (mente y corazón) a la llegada de un mejor porvenir. Una de las mejores explicaciones del “por que” Venezuela tiene altos indicadores de felicidad, responde a la facilidad del venezolano de vincularse con el “otro”.


En nuestro país conquistaremos nuestro propio bienestar y el de nuestro entorno trabajando para ello, tendiendo puentes, vinculaciones con otros. Conquistaremos nuestro bienestar de una forma duradera al comprender que no depende del azar ni de la providencia. Disfrutaremos de bienestar en nuestros entornos, desde lo individual hasta lo colectivo, como producto de la aplicación de acciones concretas para lograrlo.

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